
En la lista de temas seguirían “Te diría”, “Desde lejos no se ve”, y “Taxi Boy”, para conformar el comienzo caliente de un show íntimo e intenso. Después de “Civilización”, vino “una canción para las enamoradas”. Y sonó “Todo pasa”.
El ritual transcurría con eufórica calma. Bisio cargaba con todas la miradas, y fue recibido con afecto por la gran familia piojosa que se había dado cita en un show histórico. Es que además de ser la presentación oficial del nuevo guitarrista, se trataba de un ritual para unas 1500 personas: un número bastante menor al que suele convocar la banda de El Palomar.
Después de “Fantasma”, Fernando, de Rosario tomaba una cerveza mientras escuchaba “Maradó”, en el fondo del Willie Dixon. Se había enterado del show sorpresa por un amigo, al que le contó otro amigo. Y allí estaba, en este local emblemático, decorado con fotos de los mejores guitarristas que hicieron llorar sus instrumentos en la historia del rock.
Mientras que Ciro llevaba una remera negra con un piojo rojo, de las que se vendían en un improvisado puestito, al fondo del local, Juanchi vestía una remera negra como la guitarra con la que empezó el show y el pelo largo, suelto. Sonaba “Pacífico”, y Álvaro, proveniente de Barrancas, no dudó en viajar 90 kilómetros para estar esa noche ahí, apenas se enteró de la buena nueva. También se ausentó a un parcial de la facultad con tal de estar en el show de la banda a la que su viejo lo hizo seguir.
“Qué bueno estar acá, tan cerca “ dijo Micky antes de cantar “Fijate”. Le siguió “Pistolas”, que contó con una improvisación entre el bajo y la percusión, primero y luego con la armónica sonando, atravesada por los labios de Ciro. En ese entonces, Gustavo –de Rosario– no paraba de saltar en el pogo de ese “adelante de todo” de menor volumen al usual en un ritual.
Una piba con una remera canaya saltaba arriba de un par de hombros masculinos mientras sonaba “Manjar”, que terminó con un grito de “¡Cucurucho!”, hacia el final del pedacito de “Debede” de Sumo que suele colarse en el tema del último disco.
Luego de que Ciro le dijera al tecladista “Buenas noches Sr. Chucky”, para dar comienzo con “Ruleta”, Cristian de Palermo; y los rosarinos Damián, Tapita y Pablo –que pertenece a la banda Nietos de Mingo, que hacen covers piojosos- abrieron la cancha para ese pogo en el que muchos cuerpos se unen para ser uno solo saltando al unísono.
Seguidamente, Tuti llamó a su amigo Nano, de Rojas para que escuchara un poco de “Difícil”. Ella es de Quilmes, y desde allí llegó a Rosario, con sus 19 años. Jonás, en cambio, vino de Capital Federal. Dice que se enteró “por suerte”.
El escenario del público carecía de las banderas que suelen flamearse sin cesar y eso despejó de trapos el campo cuando sonó “Tan Solo”, donde sólo se mecían los brazos agitados. Luego, mientras escuchaban “El Farolito”, dos chicas que bien podían confirmar la fama de las rosarinas afirmaban estar felices por lo que veían sus ojos. “Hace mucho no veía un ritual así”, decía Noelia, mientras Raquel agregaba que el guitarrista nuevo era “un divino”. Cuando se esfumaba la canción de “Tercer Arco”, el espíritu de James Brown dijo presente en el ya tradicional fragmento de “Sex Machine”, que se incluye en vivo cuando suena “El Farolito”. Luego, una improvisación de Chuky en el teclado primero y de Roger en la batería después. Cerca de la salida, José María, de Rosario, que vestía una remera de la banda, sobreviviente de Junín del 99 comía caramelos Billiken junto a sus amigos.
“Chau Dixon, alucinante el lugar”, dijo Ciro para anunciar los bises que se rompieron con “Bicho de ciudad”, los rosarinos Malena y Nicolás, de 16 y 18 años se daban unos buenos besos, que interrumpían para cantarse alguna frase de la canción que en esta oportunidad no tuvo guitarrista invitado. “Gracias Rosario”, expresó el cantante. Luego añadió un “dedicado a Piti”.
Lo que siguió fue algo que muchos asimilaron como una promesa que los contentó. Ciro afirmó: “A este lugar vamos a tener que volver”, y luego consultó “¿Dos fechas por mes estaría bien?”. Un colectivo “sí” ferviente y llegó “El balneario de los doctores crotos”, donde Martín y sus pasos de murga que pusieron a prueba la gravedad y sus propias vértebras. Al final del tema y sin preámbulos, el cantante se tiró de espaldas al público. Tuvo que ser rescatado por tres hombres de seguridad que se lanzaron al campo con más énfasis que él.
El final armó su juego con “Genius", donde Jeremías, de Rosario, manoteó una rubia inquieta para ponerla a bailar rocanrol, y el inédito “Ay qué maravilla”. “Hasta el 28 en el Quilmes", dijo el cantante en referencia al próximo show en Córdoba. Y así, sin leer las banderas ni tocar tema de cierre, el ritual tuvo su desenlace.
Mientras se vaciaba sin seguridad que echara a los presentes, en la medianoche en el Dixon sonaban Los Redondos, Intoxicados, y hasta el “Yo te amé en Nicaragua”, del Fito Páez de Tercer Mundo. Afuera, en una noche cálida, un puñado de policías sorprendía a los habituales al local. Los piojosos se juntaban en los puntos de reunión para ver qué hacer. Los locales emprendieron el retorno a sus hogares sin prisa ni pausa. Lo mismo hicieron los visitantes, como ese numeroso grupo de porteños y no tanto, conocidos a través del foro piojoso no oficial a los que la rosarina Melina les sacó sus 12 entradas, a pesar de que a muchos no los conocía.
Así fue la presentación del nuevo integrante de Los Piojos. Así sucedió un ritual inesperado. Así sigue la máquina. Así también vendrán buenos tiempos.
Nadia Mansilla – www.lospiojos.com.ar






El primer tema de Juanchi con Los Piojos- Longchamps Boogie
Ay que maravilla
Bicho de ciudad (dedicado a Piti)
Difícil
Pacífico
Taxi Boy
Ay que maravilla
Bicho de ciudad (dedicado a Piti)
Difícil
Pacífico
Taxi Boy
Gracias por los videos a Ferarias